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Eres Grande (704)

22 noviembre 2010

Si sabes perdonar una ofensa...

Si sabes alegrarte con el éxito de los demás...

Si sabes olvidarte de ti mismo en un servicio desinteresado...

Si sabes mantenerte en lo que es correcto...

Si hoy sabes ahogar una lágrima, para mañana ver brillar el sol...

Si sabes superar una crítica y aprender de ella...

Si en momentos de crisis tienes entereza suficiente para empezar de nuevo...

Entonces sonríe porque tu vida es grande y tú... ¡Eres grande!


Autor: Anónimo



Máxima de Alphone Karr "Toda persona tiene tres personalidades: la que enseña, la que tiene y la que cree que tiene".

¿Será que no somos tan grandes como creemos y que tan imperfectos nunca seremos grandes?

Frases Para Mejorar La Comunicación Familiar (689)

01 octubre 2010

1. Te Amo: Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le diga: "te amo". Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el resultado.

2. Te Admiro: En la familia, cada miembro tiene alguna cualidad o habilidad que merece reconocimiento: Todos, en algún momento, sentimos la necesidad de que se nos reconozca algún logro o meta alcanzada... ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste esto a alguien?

3. ¡Gracias!: Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. No hay mejor forma de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que expresarle un ¡gracias!, no en forma mecánica, sino con pleno calor humano.

4. Perdóname, me equivoqué: Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: "perdóname, me equivoqué".

5. Ayúdame, te necesito: Cuando no podemos o no queremos admitir o expresar nuestra fragilidad o necesidad de otros, estamos en un grave problema. No te reprimas. Pide ayuda! Que también son muy importantes las palabras.

6. ¡Te escucho... háblame de tí! ¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: "A ver, háblame, qué te pasa?". Tal vez muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan sólo escuchásemos lo que nos tratan de decir.

7. Eres especial!!!: Es importante hacerles saber a tus seres queridos, cuanto ellos significan para tí.


Autor: Anónimo



Frases para fortalecer en la vida diaria no solo en la familia, para decírlas y escucharlas, para sentirse querido, apreciado, para entendernos, buscar soluciones y no agrandar los problemas antes de darnos por vencidos y encontrar la tranquilidad en nuestro interior.

Dejemos una buena huella en los otros porque los otros somos también nosotros mismos.

Convivimos (555)

14 noviembre 2009

Durante nuestra vida convivimos, muchas veces con sensaciones, sin quererlas o desearlas, pero también con otras que no valoramos en la medida que se merecen.

Convivimos con: la angustia, el dolor, la duda, la soledad, la ansiedad, la mentira, el temor, el rechazo, el desprecio, la venganza propia y la ajena, con el silencio, con el mal, con el rencor, con la rutina, con los desencantos, con los prejuicios, con la falta de humildad, con la ausencia de valores y principios, con la crítica nuestra y la de ellos, con la ingratitud, con la soberbia de los inútiles que no pueden amar, con la incomprensión, con la inseguridad, con la falta de ilusión, con el conformismo, con el odio, con el olvido, con la pérdida, con la falta de libertad, con el pasado sin resolver, con la indiferencia, con los malos pensamientos, sin el perdón, con la envidia del otro y la de uno, con la falta de Fe, sin un rumbo a seguir, con la impaciencia, con el mal humor de uno y el de los demás, con la impotencia de no poder, con el aburrimiento, con la palabra demás...

Pero... siempre hay un pero, también convivimos, con el humor, con la alegría, con la risa de uno y la de los demás, con los colores que nos traen paz y armonía, con el Sol que nos da energía, con la lluvia que no nos molesta, de las caminatas por la tarde, con las sorpresas agradables, con las primeras brisas de primavera y con cada una de las estaciones del año que nos enseñan entre otras cosas, no todo es frío o calor, con la posibilidad de conocer la felicidad, de dar amor y de ser correspondido, con la búsqueda de la verdad, con la imaginación, con el bien, con un futuro mejor construido por uno, con el cariño, con el amor, con los afectos, con los abrazos, con las caricias, con la amistad, con charlas placenteras con amigos, con el compañerismo, con la lealtad, con la Fe, con proyectos posibles e imposibles, con las distintas manifestaciones del arte, con la lectura, la música que nos transporta a lugares que uno solo conoce, con fragancias y perfumes que nos dan lugar al placer, con los recuerdos nostálgicos, y con el otro...

Uno, siempre uno, será el que finalmente decida con que quiere convivir...


Autor: Anónimo



Estamos en este mundo para convivir en equilibrio entre un cúmulo de sensaciones personales, no con la soberbia de los que no saben sopesarlo.

La Rutina (282)

02 febrero 2009

Estoy cansado de trabajar y ver a la misma gente cuando camino a mi trabajo todos los días; de pasar horas eternas en mi oficina. Llego a casa y mi esposa sirvió lo mismo de la comida para cenar. Voy a entrar al baño, luego paso a mí recamara, quiero recostarme y ver la tele tranquilamente, pero mi hija no me deja, porque quiere jugar conmigo; no entiende que estoy cansado.

Mi padre también me molesta algunas veces y entre clientes, esposa, hija y padre, me vuelven loco. “Quiero paz”. Lo único bueno es el sueño, al cerrar los ojos siento un gran alivio de olvidarme de todo y de todos”.

- “Hola vengo por ti”.

- “¿Quién eres? ¿Cómo entraste?”

- “Me manda Dios por ti. Dice que escucho tus quejas y tienes razón es hora de descansar”.

- “Eso no es posible, para eso tendría que estar…”

- “Así es, lo estás. Ya no te preocuparás por ver a la misma gente, ni por aguantar a tu esposa con sus guisos, ni a tu pequeña hija que te molesta, ni escucharás los consejos de tu padre”.

- “Pero ¿Qué va a pasar con todo?, ¿Con mi trabajo?”

-”No te preocupes, en tu empresa ya contrataron otra persona que ocupa tu puesto; y por cierto, está feliz por que no tenía trabajo”.

- “¿Y mi esposa y mi bebé?”

-”A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere, respeta y admira por sus cualidades, el cual acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada. Además, se preocupa por tu hija y la quiere como si fuera de él, que por cierto tiene una emoción muy grande ya que él es estéril; por muy cansado que llegue del trabajo, dedica tiempo a jugar con ella y son muy felices”.

- “No, no puedo estar muerto… “

- “Lo siento la decisión fue tomada”.

- “Pero eso significa que jamás volveré a besar la mejilla de mi bebé, ni a decirle “te amo” a mi esposa, ni a darle un abrazo a mi padre. No, no quiero morir, quiero vivir, envejecer junto a mi mujer, no quiero morir aún…”

-”Pero es lo que querías. . . . Descansar. Ahora ya tienes tu descanso eterno; duerme para siempre”.

- “No, no quiero, ¡Por Favor, Dios…!”

- “Que te pasa amor? Tienes una pesadilla?”, dijo mi esposa, despertándome.

- “No. . . no fue una pesadilla, fue otra oportunidad.”


Autor: Anónimo



El creernos merecedores de una vida diaria distinta a la que llevamos, hacemos hincapié en la rutina que nos marcan los demás, injustamente. ¿Qué hacemos diariamente para que nuestra vida de hogar no se convierta en rutinaria?... la gran mayoría contestaría que nada. Así que no solo no se hace nada ameno y satisfactorio, sino que además estamos cansados del trabajo sin muchas ganas de dedicar unos minutos a los miembros de la familia.

Cambia esa rutina de desanimo en el hogar, cambiando de actitud. Piensa, inventa, mejora, haz, di... disfruta del hogar y la familia. ¿Recuerdas cuando no tenías tu propio hogar? Si no lo valoras tal vez lo pierdas o simplemente se convierta en la comodidad de un hogar pero con una familia rota.

Concédete la oportunidad de aplicar aquella ilusión con la que un día quisiste formar un hogar.

Me Voy A La Cama... (279)

30 enero 2009

Mamá y Papá estaban mirando la televisión cuando Mamá dijo:

- “Estoy cansada, es tarde, me voy a la cama”.

Fue a la cocina a preparar los bocadillos para el día siguiente. Puso en remojo los recipientes de las palomitas, sacó la carne del congelador para la cena del día siguiente, controló si quedaban bastantes cereales, llenó el azucarero, puso las cucharitas y los cuencos del desayuno en la mesa y dejó reparada la cafetera. Puso la ropa húmeda en la secadora, la ropa sucia en la lavadora, planchó una camisa y cosió un botón, recogió los juguetes, puso a cargar el teléfono y guardó la guía telefónica. Regó las plantas, ató la bolsa de basura y tendió una toalla. Bostezó, se desperezó y se fue al dormitorio. Se paró un momento para escribir una nota a la maestra, contó el dinero para la excursión y cogió un libro que estaba debajo de la silla. Firmó una felicitación para un amigo y escribió la dirección en el sobre, escribió una nota para el charcutero y colocó todo junto a su bolso. Mamá a continuación se lavó la cara con las toallitas, se puso crema anti-arrugas, se lavó los dientes y las uñas.

Papá gritó:

- “Pensaba que te estabas yendo a la cama”.

- “Estoy yendo”, dijo ella.

Puso un poco de agua en el bebedero del perro y sacó el gato al balcón, cerró la puerta con llave y apagó la luz de la entrada. Dió una ojeada a los niños, les apagó las luces y la televisión, recogió una camiseta, tiró los calcetines a la cesta de ropa y habló con uno de ellos que estaba todavía haciendo los deberes. En su habitación puso el despertador, preparó la ropa para el día siguiente, ordenó mínimamente el zapatero. Añadió tres cosas a las seis de la lista de las cosas urgentes y visualizó el alcanzar sus propios objetivos.

En ese momento, Papá apagó la televisión y anunció:

- “Me voy a la cama”. Y lo hizo, sin otros pensamientos.

¿Nada extraordinario? ¿Nos preguntamos por qué las mujeres viven más tiempo? Porque están hechas para los largos recorridos (y no se pueden morir antes, tienen demasiadas cosas que hacer).


Autor: Anónimo



¿Viviendo bajo el mismo techo se puede llegar a los extremos de preocuparse de todo y no preocuparse por nada? Lamentablemente parece que si.

Las tareas no compartidas con actitud de desinterés por el día a día en la vivienda, al final pasaran factura. Una solución sería una persona externa que se ocupara de la casa, pero si no está al alcance, procura compartir con tu pareja no solo los momentos idílicos, también esas pequeñas cosas del día porque apuesta si te atreves a apostar, que el día a día no compartido irá quitando el encanto de provocar momentos idílicos en la pareja.

El Elefante Entero (159)

03 octubre 2008

En todos los juicios que yo hago sobre ti, hay un juicio sobre mí mismo... Y ambos son igualmente ciertos o falsos. Mientras piense que yo estoy en posesión de la verdad y tú no lo estás, crearé separación, desigualdad y estableceré las bases para que el sufrimiento se instale en mi vida. Lo mismo ocurre si pienso que tú posees la verdad y yo no.

La realidad es que ambos poseemos una parte de la verdad y una parte de ilusión. Los dos miramos al mismo elefante, pero tú ves la cola y yo veo el tronco. Cuando se mira por separado, la cola y el tronco parecen que no tienen nada en común. Sólo cuando se ve la totalidad del elefante es cuando la cola y el tronco unidos, cobran sentido. No importa cuanto me esfuerce, me es imposible ver el significado de tu parte. La cola no comprende ni el porqué, ni la razón del tronco. La única forma en la que admitiré tu experiencia es aceptarla como cierta, de la misma manera que acepto la mía como tal.

Debo dar la misma credibilidad a tus percepciones que a las mías. Hasta que no establezcamos esta igualdad, la semilla del conflicto permanecerá entre nosotros. No es necesario que diga que tú tienes razón y que yo estoy equivocado. No necesito reemplazar mi verdad por la tuya, o vivir mi vida según tus premisas. Ni tampoco es preciso que diga que tú estás equivocado y que insista en que debes vivir tu vida según mis condiciones. Estas exigencias provienen de la inseguridad y de la falsa creencia de que, para amarnos los unos a los otros, debemos estar de acuerdo. No es cierto.

Para amarte debo aceptarte tal y como eres. Es lo único que debo hacer. ¡Pero eso es mucho! Aceptarte a ti tal y como eres, es una proposición tan profunda, como aceptarme a mí mismo tal y como soy. Es una tarea formidable, dada mi poca experiencia en este campo.

Permitir que tengas tu experiencia es el principio. Aprendo a respetar lo que piensas y sientes incluso cuando no me gusta o no estoy de acuerdo con ello. Incluso aunque me disguste.

En lugar de hacerte responsable del dolor que siento en relación a ti, aprendo a enfrentarme a mi propio dolor. Mi reacción a tu experiencia -positiva o negativa- me proporciona información sobre mí mismo.

El compromiso conmigo mismo y contigo es trabajar con mi propio dolor, no responsabilizarte a ti de él.

Sólo cuando te devuelva el don de tu propia experiencia, sin imponerte mis propios pensamientos y sentimientos sobre ella, te amaré sin condiciones.

Cuando acepte tu experiencia tal cual es, sin sentir la necesidad de cambiarla, te respetaré y te trataré como a un ser espiritual.

Mis pensamientos y sentimientos tienen importancia en sí mismos, pero no como comentarios o acusaciones a tu experiencia. Al comunicar lo que pienso o siento sin hacerte responsable de mis pensamientos y sentimientos, acepto mi propia experiencia y permito que tú tengas la tuya.

En las relaciones, al igual que en la conciencia, las dos caras de la moneda deben ser aceptadas como iguales. Una persona no superará el conflicto hasta que la experiencia de ambas haya sido respetada.

La cuestión no es nunca el acuerdo, aunque lo parezca. La cuestión es: ¿Somos capaces de respetar nuestra experiencia mutuamente?
Cuando sentimos que la otra persona nos acepta tal y como somos, tenemos la motivación para adaptarnos el uno al otro. Adaptarse es hacerle al otro un lugar junto a nosotros; es no imponerse ni que se nos impongan.

Una vez que se llega a la adaptación, ambas partes moran juntas. El hombre y la mujer, el blanco con el negro, el rico con el pobre, los judíos con los cristianos. Aceptar nuestras diferencias es honrar la humanidad que tenemos en común, es bendecir mutua y profundamente la experiencia que compartimos.

De modo que la cola y el tronco discutirán hasta ponerse morados y ninguno de los dos ganará la discusión. Ambas experiencias son igualmente válidas. Al permitir que esto sea posible, el elefante empieza a cobrar forma. Al aceptar la validez de tu experiencia sin intentar cambiarla, sin intentar que sea algo más parecida a la mía, mi propia experiencia empezará a adquirir un mayor significado. Cuando te contemplo como a un igual y no como a alguien que precisa ser educado, reformado o determinado, el significado de nuestra relación se revela por sí mismo. Cuando se le da la bienvenida a cada parte, el todo empieza a tomar forma y resulta más fácil comprender y apreciar el significado de las partes.

Un mundo que pretende conseguir un acuerdo, encontrará conflicto y sectarismo. Un mundo que proporciona un espacio seguro a la diversidad, encontrará la unidad esencial para convertirse en entero. Frente a los opuestos tenemos dos opciones: resistirlos o abrazarlos. Si los resistimos, provocaremos un conflicto entre el yo y el otro. Si los aceptamos, los integraremos como agentes dinámicos y originaremos una transformación alquímica en el interior del yo.


Autor: Paul Ferrini
Del libro "El Despertar"



Controversias por creernos en posesión de la única verdad sin atender a razones.

Enterémonos de los argumentos y puntos de vista de los demás, después analicemos y tomemos una decisión. Engrandeceremos en sensatez y conciencia, así sortearemos y evitaremos mejor los conflictos.

El Tazón De Madera (145)

20 septiembre 2008

Un viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años, ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.

La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo". Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.

De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: "¿Qué estás haciendo?".

Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos". Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.


Autor: Anónimo



Pretextos y preocupaciones sin importancia que se anteponen a una convivencia con nuestros mayores.

Los niños son perceptivos... tu actitud es su ejemplo a seguir.

Una Leyenda China... (133)

08 septiembre 2008

Hace mucho tiempo una joven llamada Lili se casó y se fue a vivir con el marido y su suegra. Después de algunos días, no se entendía con ella. Sus personalidades eran muy diferentes y Lili fue irritándose con los hábitos de la misma que frecuentemente la criticaba. Los meses pasaron, Lili y su suegra cada vez discutían y peleaban más.

De acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y obedecerla en todo. Lili no soportando más vivir con la suegra, decidió tomar una decisión y visitar a un amigo de su padre.

Después de oírla, el tomó un paquete de hierbas y le dijo: "No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu suegra, porque ello causaría sospechas. Deberás darle varias hierbas que irán lentamente envenenando a tu suegra. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida. Ahora, para tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amigable. No discutas, ayúdala a resolver sus problemas.

Recuerda tienes que escucharme y seguir todas mis instrucciones". Lili respondió: "Sí, Sr. Huang, haré todo lo que el señor me pida". Lili quedó muy contenta, agradeció al Sr. Huang, y volvió muy apurada para comenzar el proyecto de asesinar a su suegra.

Pasaron las semanas y cada dos días, Lili le servía una comida especialmente tratada. Siempre recordaba lo que el Sr. Huang le había recomendado sobre evitar sospechas, y así controló su temperamento, obedecía a su suegra y la trataba como si fuese su propia madre.

Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada. Lili había controlado su temperamento y casi nunca peleaban. En esos meses, no había tenido ni una discusión y ahora parecía mucho más amable y más fácil de tratar.

Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija.

Un día Lili fue nuevamente en procura del Sr. Huang, para pedirle ayuda y le dijo: "Querido Sr. Huang, por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra. Ella se ha transformado en una mujer agradable y la amo como si fuese mi madre. No quiero que ella muera por causa del veneno que le di".

El Sr. Huang sonrió y señaló con la cabeza: "Lili no tienes por qué preocuparte. Tú suegra no ha cambiado, la que cambió fuiste tú. Las hierbas que le di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y sustituido por el amor que pasaste a darle a ella".

La mayor parte de las veces recibiremos de las otras personas lo que les damos y por eso ten cuidado y acuérdate siempre: "El plantar es opcional, pero la cosecha es obligatoria, ten cuidado con lo que plantas".


Autor: Jorge Loring

Otros escritos de este autor en:
http://www.spiritusmedia.org/



Todos bajo nuestros dominios, de una manera directa o indirecta nos creemos con derecho a dominar, ser incívico y como no, a ser egoísta; justamente lo que no somos fuera de nuestra casa.

Destinemos esas conductas e impulsos en la prevención de conflictos en nuestra propia convivencia.

No Creo (84)

23 julio 2008

No creo en conseguir a una persona que nos llene de vida.
Creo en una vida llena para poder compartir la felicidad con otra persona.

No creo que el amor lo genere alguien.
Creo que el amor está en nosotros, si hemos llegado a crecer lo suficiente como para desarrollarlo y mantenerlo, y que de pronto se dispara por personas que comparten pensamientos y sentimientos.

No creo en la exclusividad de dar y estar.
Creo en una actitud frente a la visa, con diferentes expresiones pero sin condiciones.

No creo en el amor a primera vista, ni en creer en alguien en muy poco tiempo.
Creo en el amor que dos deciden, en el amor que nos da las ganas de compartirlo, sin presiones… sin exigencias.

No creo en esfuerzos unilaterales por llegar.
Creo en la naturaleza de fluir y coincidir. El estar centrado para escuchar hasta donde podemos llegar. Para equilibrar sin sufrir.

No creo en amar sufriendo.
Creo en amar con armonía. En que el amor es más y nunca menos. En el te quiero… sin porqué.

No creo en amores que coartan, en amores que frenan.
Creo en las relaciones que nos apoyan en los malos momentos, que leen la mirada… que sonríen con el alma…. que están!!!!!!

No creo en callarse por no dañar.
Creo en la comunicación como la mejor vía para construir, coincidir y decidir.

Creo en la absoluta sinceridad al decir te amo y también al decir me voy.

Creo en ser buena persona antes que parejas… y buscar otra buena persona para ser mi pareja.

Creo en que la vida la construimos nosotros y creo en la frase que dice… ”la vida es 10% lo que nos sucede y 90% como reaccionamos a ello”, lo único que nos puede asegurar que así sea, es tener la valentía de enfrentarla sin miedos en el presente ya que mañana podrían no estar.

Creo que debemos asegurarnos como lo hacemos llegar, porque nos toca puntos distintos, pero al final es uno solo… el que está en nosotros como consecuencia de tener mente, emoción, sentimientos y corazón.


Autor: Mabel Iam
Extracto de Te amo... ¿para siempre?



La vida es 10% lo que nos sucede y 90% como reaccionamos a ello.

No creas que alguien más es culpable de tus carencias; tú estableces como consolidar tu supervivencia.



Esta página fue modificada por última vez el 30 mar 2013

El Tiempo No Regresa (80)

19 julio 2008

En esta época todos hablan de calidad de productos, de calidad de procesos, calidad de servicios, calidad de sistemas... muy poca gente habla de calidad humana, calidad de vida... y sin ella, todo lo demás es apariencia, sin fundamento.

Hablar de calidad humana, es cuidar nuestros vínculos con los demás. Necesitamos rehacer nuestros vínculos humanos. De nada sirve trabajar de sol a sol en un lugar donde no tenemos amistades y llegar cansadas a un hogar en el que nadie se interesa en saber cómo nos fue el día.

¿Para qué trabajar tanto si nos sentimos solos? Es triste leer un libro y no tener a alguien con quien comentarlo, es doloroso sentirse preocupada y no contar con una persona a quien abrirle el corazón.

De nada vale estar al frente de una cancha de tenis, de fútbol o frente a un juego de salón si no tenemos con quien jugar, con quien disfrutar ese momento.

¿Para qué tener lo que no se puede compartir? Ni las cosas ni el dinero, poseen valor intrínseco. El valor de lo material está en su aplicación, en el servicio a alguien más o la convivencia con alguien más.

La belleza de tener está en compartir. La magia de luchar por una prosperidad económica, estriba, ni más ni menos, en poder ver sonreír a alguien a quien le damos el privilegio de disfrutar lo que ganamos.

Eso es parte de la naturaleza humana: dar, convivir, amar, servir... ayudar. ¡HAZLO!

En muchas ocasiones estamos asustadas, asustadas de lo que tal vez no podemos hacer; asustadas de lo que puede llegar a pensar la gente. Permitimos que nuestros miedos se interpongan en nuestros sueños.

Decimos no, cuando queremos decir si. Murmuramos cuando queremos gritar, y después... después gritamos a quien no teníamos que hacerlo. ¿Por qué?

Después de todo cruzamos por esta vida una sola vez, no hay tiempo para tener miedo. Así que intenta... intenta aquello que no has hecho, arriésgate, participa en un maratón, escribe aquella carta, enfréntate como ganadora a las cosas cotidianas.

Baila, habla en contra de lo que no te gusta, visita pueblos que no conozcas, da ese beso que te provoca, no te quedes con el abrazo contenido ni la risa escondida.

El tiempo no regresa. No tienes nada que perder y todo... ¡Todo que Ganar!


Autor: Carlos Cuauhtemoc Sánchez



¿Para qué tener lo que no se puede compartir?

Hay que preocuparse más por ser, que por tener.



Esta página fue modificada por última vez el 29 mar 2013

Las Seis Sumas (66)

05 julio 2008

Recuerdo perfectamente que una noche, en el hotel Ritz, un panameño, Ricardo Pino, hombre extraordinario, empezó una sesión escribiendo en una pizarra unos números; eran simplemente unas sumas.

Escribió seis sumas y en dos de ellas había equivocaciones, las otras cuatro estaban bien. Al terminar las seis sumas pidió al auditorio que, por favor, le hicieran comentarios de lo hecho. Todo el mundo se le echó encima diciendo:

- Atención a la tercera suma, le falta el signo de suma, y 4 mas 6 no son 8, sino 10; y en la quinta pasa que 2 +2 no son 5.

Él fue preguntando,

- ¿No hay nadie que tenga nada más que decirme respecto al trabajo que he hecho?

Nadie contesto y él volviéndose al auditorio, dijo:

- Pensemos que desdichadamente la reacción nuestra ante una pizarra con seis sumas, cuatro de las cuales estaban bien y dos mal, es la que hemos tenido: nos dedicamos a criticar y a chillar contra las dos sumas que no estaban bien, pero no felicitamos al autor por las cuatro que ha hecho bien.

Igual acostumbramos a hacer en la vida. Este es realmente el trato que damos a nuestras relaciones humanas, con esposa, hijos, novios, novias, amigos y compañeros. Sepamos decir una palabra de elogio, una palabra de agradecimiento por las cosas que están bien y que nos gustan, veremos que con ello estimularemos a los demás a hacer mejor las cosas y al mismo tiempo nos sentiremos más satisfechos de nosotros mismos al hacer sensible a todo lo bueno y lo bello que nos rodea.


Autor: Ricardo Pino



Nos sentimos satisfechos y elogiados por las cosas bien hechas y, nos sentimos decepcionados, frustrados y enfadados cuando hemos efectuado una equivocación o pequeño error y éste nos lo retraen. En nuestras relaciones personales es muy fácil reprochar y difícil elogiar porque no utilizamos la misma pauta.

Si no somos justos, lo mejor para estar satisfechos y no levantar el fuego, es callar.



Esta página fue modificada por última vez el 26 mar 2013

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