No es que no vuelva, porque me he olvidado
de tu olor a tomillo y a cocina.
De lejos, dicen que se ve más claro,
que no es igual quién anda y quién camina.
Y supe que el amor tiene ojos verdes,
que cuatro palos tiene la baraja,
que nunca vuelve aquello que se pierde
y la marea sube y luego baja.
Supe que lo sencillo no es lo necio,
que no hay que confundir valor y precio,
y un manjar puede ser cualquier bocado
si el horizonte es luz y el rumbo un beso.
No es que no vuelva porque me he olvidado...
es que perdí el camino de regreso.
Autor: Francisco Ramón Breijo Márquez

Reconocer el mérito y añorar a una madre, en la distancia y en el olvido, es gratificante en especial para el hijo. Trae consigo descanso y paz interior.
Pero para que la complacencia sea mutua, ella debe saber que es añorada.

de tu olor a tomillo y a cocina.
De lejos, dicen que se ve más claro,
que no es igual quién anda y quién camina.
Y supe que el amor tiene ojos verdes,
que cuatro palos tiene la baraja,
que nunca vuelve aquello que se pierde
y la marea sube y luego baja.
Supe que lo sencillo no es lo necio,
que no hay que confundir valor y precio,
y un manjar puede ser cualquier bocado
si el horizonte es luz y el rumbo un beso.
No es que no vuelva porque me he olvidado...
es que perdí el camino de regreso.
Autor: Francisco Ramón Breijo Márquez

Reconocer el mérito y añorar a una madre, en la distancia y en el olvido, es gratificante en especial para el hijo. Trae consigo descanso y paz interior.
Pero para que la complacencia sea mutua, ella debe saber que es añorada.
