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El Cielo O El Infierno (572)

24 diciembre 2009

Te hablé ya de ese laberinto que los hombres construyen en su mente y de los miedos con los que combaten mientras lo recorren.
También nombré al sufrimiento y a la ilusión de poseer.

Sin embargo, conozco personas a quien estos discursos les sonarán extraños no relacionan el camino andado con el lugar donde apoyan sus pies, su presente con su pasado. No obstante sufren y aunque te acerques amistoso rechazarán tu mano ya que aún ese sufrir lo organizan en nombre de su privada felicidad.

A una persona así le puedes pedir que abandone todo. Y lo hará, por cierto. Dejará su mundo atrás, abrazará ésta o aquella causa, buscará refugio en una isla desierta, renegará de su padre y de su madre, de su religión o de su sexo.

En fin, abandonará todo menos su particular sufrimiento porque en el fondo ama su manera de hacerse daño ya que allí encuentra un personal sabor, un color que reconoce como propio un espejo donde se identifica y se afirma.

Piensa: hasta el suicida ata la cuerda al árbol en nombre de su singular modo de ser feliz.

Te aseguro que este modelo quién más, quien menos lo padecen todos los caminantes. Y a veces lo llaman infierno.

El infierno lo creamos nosotros mismos y por momentos hasta dejamos que el fuego que inventamos nos consuma. En vez de mirar todo lo bueno que la vida nos da, parece que nos gustara detenernos en lo malo y maximizarlo. Y no nos damos cuenta que poco a poco nuestra vida pasa de ser un cielo a ser un infierno... El tan temido, el tan criticado y minuto a minuto nos dejamos envolver por sus llamas enormes y entonces nada es claro, todo es desagradable y pisamos cenizas: Nuestras propias cenizas, nuestro pasado, nuestro presente, y hasta nuestro futuro lo hacemos arder y dejamos que el fuego crezca.

Cuando notamos que el fuego empieza a encenderse tenemos que tratar por todos los medios de buscar ayuda. Si no está en nosotros buscarla afuera, siempre encontraremos a alguna persona que apague esa pequeña hoguera. Pero miremos bien hacia donde vamos no nos llegue a pasar que equivoquemos el camino y en llamas encontremos a alguien que esté como nosotros y en vez de apagar el fuego o aquietarlo sople y nos encienda más.

Si elegimos el infierno debo decirles que esta no es la mejor manera de llamar la atención. En el lamento constante por aquello que nos ocurrió no vamos a encontrar la salida real, la que nos ayude a crecer, a sentir y a volver a empezar. Al contrario la mayoría huye del infierno porque si bien todos en un momento u otro de nuestra vida solemos estar en él es mucho más admirable aquel ser que logra detenerse, apagar las llamas, curar las heridas y que busca ayuda a aquel que huye, que culpa, que se siente una víctima y que por sobre todo impide que otros le muestren el camino para que pueda tocar cielo alejándose para siempre de ese infierno.

El cielo o el infierno: La elección es tuya.


Autor: Mario Corradini



Aunque te abrume la desesperanza, no todo vale para conseguir una privada, exclusiva y maligna felicidad.

Si lo que ves en tu mundo, no te gusta... transforma, cambia, madura tu actitud. La solución y decisión, está en ti.

Nostalgia (165)

09 octubre 2008

A veces te sientes como un arado que barre siempre el mismo surco y piensas que el trabajo sería más blando si caminaras en compañía.

A veces te enredas en la nostalgia de lo que dejaste atrás y, así como el agua busca su nivel tú sangre tira y lleva lejos tu memoria. Miras por sobre el hombro y recuerdas a tus amigos, tu vieja casa, tu ayer o ese alguien especial para ti.

Puedes llegar a maldecir tu decisión de comenzar el camino y te pierdes en los "cómo hubiera sido si..."

Otras veces encuentras injusto el precio de tu soledad y revuelves en los pliegues de tu pasado como quien busca monedas en los bolsillos de un muerto.

Tu mente menor inventa recuerdos y fabrica diálogos que lo expliquen todo: respondes a preguntas que nunca te hicieron e interrogas a quien no tuviste coraje de preguntar.

Pero descubres que no hay risa que devuelva lo perdido, lo llorado, ni dé verde a lo marchito.

¿Pero tú, buscador, estás seguro de haber perdido?

Cuidado: Tú no vives de recuerdos sino que los recuerdos viven de ti. Son miles de bocas que devoran la fuerza que necesitas para seguir adelante. Te digo que no existe nada de malo en esos sentimientos en tanto no te dejes sofocar por los sentimientos. Si esto sucede es porque estás olvidando estás no-recordando.

Dime:
¿De quién te acuerdas cuando te acuerdas de ti?
¿Del niño que corría entre los árboles?
¿Del joven que soñaba con viajes lejanos?
¿De lo que fuiste ayer?

Todas esas vivencias tiene la marca de lo fugaz: Están escritas en tu memoria como la sombra que un pájaro en vuelo deja sobre el agua.

Pero recordarse de sí no quiere decir tener memoria. La memoria y el olvido son funciones de tu mente menor en cambio el recuerdo de sí pertenece al ser profundo.

Escucha:
Tú no has renunciado a amar por seguir la vía sin embargo puede parecerte que por seguir la vía has dejado de amar.

Recuerda bien, buscador no sea cosa que lo que crees que has perdido sea sólo otro juego de tu mente así como tus recuerdos emotivos pueden ser sólo reflejos condicionados y la historia que añoras un invento de tu nada.

Observa qué curioso:
Ciertas cosas llegan a tu vida cuando ya no las precisas. Arriban con un retardo inexplicable cuando la cola de tu ilusión ya dio vuelta en la esquina.

Un amor demasiado grande y por lo tanto insostenible para tu miedo de amar nunca te embiste al mismo tiempo que su fulgor.

Primero te encandila y te hace soñar después nace en ti el deseo de poseerlo. Entonces desaparece se va de tu vida. En realidad son cosas que te protegen de ellas mismas y te ponen a salvo del riesgo de su presencia por eso a veces tienes la sensación que alguien golpea demasiado tarde a tu puerta.

En el fondo se trata de un acto oculto de respeto y de protección porque el objeto o el afecto que deseabas puede volver a ti pero no en el momento del deseo sino cuando comprendas que puedes vivir sin él.

El buscador no cree en el amor eterno sino en el eterno amor.

Por eso, si recuerdas una gran amistad o un gran amor hazlo con la delicada alegría de los amigos que amaron no con la posesividad de los insatisfechos.

Abre las manos del alma y deja andar su recuerdo como si liberaras una paloma cautiva.

Esto también te servirá para aprender.


Autor: Mario Corradini
Del libro "El buscador"

Otros escritos de este autor en:
http://www.personarte.com/elsagradobebedor.htm



La nostalgia fortalece los sentimientos, eso es muy positivo. Nuestra tarea es evitar que la nostalgia nos domine porque los recuerdos nostálgicos impiden apreciar las cosas pequeñas y nuevas oportunidades.

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