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De Una Madre Para Su Hija (556)

17 noviembre 2009

Estábamos sentándonos a comer cuando mi hija casualmente menciona que ella y su esposo están pensando en "empezar una familia" "Nosotros estamos haciendo una encuesta" dice ella, en broma "¿Crees que debería tener un bebé?"

"Cambiar tu vida" digo, cuidadosamente manteniendo mi tono neutral. "Yo sé" dice, "no más fiestas los fines de semana, no más vacaciones espontáneas..."

Pero eso no es en lo absoluto lo que yo quise decir. Miro a mi hija, intentando decidir qué decirle. Quiero que sepa lo que ella nunca aprenderá en clases de parto. Quiero decirle que las heridas físicas por dar a luz un niño sanarán, pero que el volverse madre la dejará con una herida emocional tan profunda por la cual ella será vulnerable para siempre.

Pienso en advertirle que ella nunca leerá de nuevo un periódico sin preguntarse "¿Y si eso le hubiera pasado a mi niño?" Que cada accidente de aviación, cada incendio en una casa la obsesionará. Que cuando vea fotos de niños hambrientos, se preguntará si algo podría ser peor que vivir la muerte de su niño.

Yo la miro cuidadosamente, sus uñas finamente pintadas y el traje elegante y pienso que no importa cuan sofisticada ella sea, el convertirse en madre la reducirá al nivel primitivo de una osa que protege su cachorro.

Que una llamada urgente de "¡Mamá!" le hará dejar caer un soufflé o su mejor cristal sin vacilar por un momento.

Siento que debo advertirla que no importa cuántos años ella haya invertido en su carrera, ésta se descarrilará profesionalmente a causa de su maternidad. Ella podrá hacer los arreglos para dejar al niño en casa al cuidado de una niñera, pero un día irá en camino de una reunión de negocios importante y recordará el dulce olor de su bebé y tendrá que usar cada gramo de su disciplina para no correr a casa, sólo para asegurarse que su bebé está bien.

Yo quiero que mi hija sepa que las decisiones cotidianas ya no serán rutina. Que el deseo de un niño de cinco años de ir al baño de hombres y no al de mujeres en McDonald se volverá un dilema mayor. Que justo allí, en medio del ruido de bandejas y niños gritando, los problemas de independencia e identidad de sexo serán sopesados contra la perspectiva de que haya un abusador de niños acechando en ese baño.

No importa cuan decisiva pueda ser ella en su trabajo, se criticará a sí misma constantemente en su papel de madre. Mirando a mi hija tan atractiva, quiero asegurarle que en el futuro ella perderá los kilos de más del embarazo, pero nunca se sentirá igual sobre ella misma. Que su vida, ahora tan importante, será de menos valor para ella una vez que tenga un niño.

Que ella renunciaría a ésta en un momento por salvar sus hijos, pero que también empezará a desear más años, no para lograr sus propios sueños, sino para ver a sus hijos lograr los suyos. Yo quiero que ella sepa que una cicatriz de cesárea o las estrías se convertirán en insignias de honor. La relación de mi hija con su marido cambiará, pero no de la manera que ella piensa. Deseo que ella pudiera entender cuánto más uno puede amar a un hombre que tiene cuidado para empolvar a su bebé o que nunca duda para jugar con su niño. Yo pienso que ella debería saber que se sentirá de nuevo completamente enamorada de él por razones que ahora encontraría muy poco románticas.

Yo deseo que mi hija pudiera darse cuenta del lazo que ella sentirá con mujeres a lo largo de historia que han intentado detener guerras, discriminación y borrachos al volante. Espero que ella entienda por qué yo puedo pensar racionalmente sobre la mayoría de los problemas, pero ponerme como loca cuando discuto sobre la amenaza que supone una guerra nuclear en el futuro de mis hijos.

Yo quiero describir a mi hija la euforia de ver a su niño cuando aprenda a montar una bicicleta. Quiero capturar para ella las carcajadas de un bebé que está tocando la piel suave de un perro o un gato por primera vez. Quiero que saboree la dicha que es tan real, que de hecho duele. La mirada interrogativa de mi hija me hace caer en cuenta de las lágrimas que se han formado en mis ojos.

"Nunca te arrepentirás de ello" digo finalmente. Entonces alcanzo por sobre la mesa la mano de mi hija y la aprieto y ofrezco una oración silenciosa por ella, y por mí, y por todas las mujeres que tropezaron en su camino hacia la más maravillosa de todas las profesiones. Este regalo bendito de Dios... el hecho de ser Madre.


Autor: Karen Martinez
Fuente: www.embarazada.com



Se necesita estar preparada física, mental y económicamente para dar ese primer paso. La capacidad de responsabilidad para criarlo, los logros y sacrificios... se irán adquiriendo y aprendiendo en las decisiones cotidianas... hasta que ellos maduren y vuelen un día.

Comenzará una nueva etapa, más vulnerable, con algún sinsabor pero feliz, desmedidamente feliz.

El Delantal De La Abuela (474)

18 agosto 2009

¿Te acuerdas del delantal de la abuela?

La principal función del delantal de la abuela era proteger el vestido que estaba debajo, pero además servía de agarradera para retirar la sartén más que caliente del fuego. Era una maravilla secando las lágrimas de los niños, y en ciertas ocasiones, limpiando sus caritas sucias.

El delantal servía para transportar desde el gallinero los huevos, los pollitos que necesitaban terapia intensiva, y a veces los huevos golpeados que terminaban en la hornalla.

Cuando llegaban visitas, el delantal de la abuela servía de refugio a los niños tímidos, y cuando hacía frío, la abuela se envolvía los brazos en él.

Aquel viejo delantal, agitado sobre el fuego, oficiaba de fuelle. Y él era el que cargaba con las papas y la leña hasta la cocina.

Servía también de canasto para llevar las verduras desde la huerta.

Después de usarse en la cosecha de las arvejas, le tocaba el turno con los repollos.

Con él se recogían los frutos que caían de los árboles al terminar el verano.

Cuando alguien llegaba inesperadamente, era sorprendente la rapidez con que el viejo delantal podía sacar el polvo de los muebles.

Cuando se acercaba la hora de comer, la abuela salía a la puerta y agitaba el delantal, y entonces los hombres que estaban en los campos comprendían de inmediato que el almuerzo estaba listo.

La abuela también lo usaba para colocar en la ventana la torta recién sacada del horno, para que se enfriara. Actualmente, por el contrario, la nieta coloca la torta en el mismo lugar, pero para que se descongele.

Pasarán largos años antes de que alguien invente un objeto que pueda reemplazar aquel viejo delantal que tantas funciones cumplía…


Autor: Anónimo



Precioso homenaje a las abuelas que compartimos todos con una cierta edad y nostalgia.

Carta De Una Simple Ama De Casa (443)

18 julio 2009

Querida familia:
Me voy. Volveré cuando sepa dónde están guardadas las bolas de naftalina, cuando nuestra casa ya no tenga secretos para ninguno de ustedes, cuando sea capaz de descifrar los códigos de los botones de la lavadora, cuando logren reprimir el impulso de llamarme a gritos si se acaba la pasta de dientes o el papel higiénico.

Volveré cuando estén dispuestos a llevar conmigo la corona de reina de la casa.
Cuando no me necesites más que para compartir. Ya sé que me echarán de menos, estoy segura.

También yo a ustedes, pero sólo desapareciendo podré rellenar los huecos que el cariño hacia ustedes me produce...

Sólo podré estar segura de que verdaderamente me quieren cuando no tengan necesidad de mí para comer o para vestir o para lavarse o para encontrar las tijeras. Ya no quiero ser la reina de la casa, estoy harta, me he cansado de tan grande responsabilidad y he caído en la cuenta de que si sigo jugando el papel de madre súper no lograré inculcarles más que una mentalidad de súbditos. Y yo los quiero libres y moderadamente suficientes y autónomos.

Ya sé que su comportamiento conmigo no es más que un dejarse llevar por mi rutina; también por eso quiero poner tierra por medio. Si me quedo, seguiré poniendo todo al alcance de la mano, jugando mi papel de omnipresente para que me quieran más.

Sí, ¡para que me quiera más! Me he dado cuanta de que todo lo que hago es para que me quieran más, y eso me parece tan peligroso para ustedes como para mí. Es una trampa para todos.

Palabra de honor que no me voy por cansancio, aunque sea desgastarte dormirse todas las noches pensando en la comida del día siguiente y hacer las compras a los saltos cuando vienes del trabajo y, a la larga, pesa mucho la manía de ver siempre un velo de polvo en los muebles cuando me siento un rato en el sofá, y la perenne atracción hacia la escoba y el trapeador. Pero no es sólo por eso. ¡¡No.!!

Tampoco me voy porque esté enfadada de poner la lavadora mientras me desabrocho el abrigo ni porque quiera estar más libre para hacer carrera en mi trabajo.

No. Hace ya mucho tiempo que tuve que elegir una perpetua interinidad en mi profesión porque no podía compatibilizar una mayor dedicación mental al trabajo profesional con la lista de la compra. Me voy para enseñarles a compartir, pero sobre todo me voy para ver si aprendo a delegar.

Porque si lo consigo, no volveré nunca más a sentirme culpable cuando no saquen notas brillantes o cuando se quemen las lentejas o cuando alguno no tenga la ropa planchada que ponerse.

La culpa de que sea imprescindible en casa es sólo mía, así que desapareciendo yo por unos días, se darán cuenta de que la monarquía doméstica es fácilmente derrocable y quizá yo pueda aprender la humildad necesaria para ser, cuando vuelva, una más entre la plebe.

Cuando encuentren la naftalina no dejen de avisarme. Seguro que para entonces yo también habré aprendido a no ser tan excesivamente buena. Puede ser que ese día no nos queramos más, pero seguro que nos querremos mejor.

Besos, Mamá.


Autor: Anónimo



Nos creemos con derecho de pedir, exigir y decidir sobre el monótono oficio de la Madre, en alguna etapa de nuestra vida. La edad, la madurez y el formar un hogar propio hace reconocer la labor, esfuerzo, dedicación y funciones de una madre y de lo afortunados que muchos, lo hemos sido. Aprende lo bueno de tus padres porque lo que no haga una Madre...

Madre Una Sola (363)

28 abril 2009

Por culpa del azar o de un desliz, cualquier mujer puede convertirse en Madre.

Dios la ha dotado a mansalva del "instinto maternal" con la finalidad de preservar la especie. Si no fuera por eso, lo que ella haría al ver a esa criatura minúscula, arrugada y chillona, sería arrojarla a la basura. Pero gracias al "instinto maternal" la mira embobada, la encuentra preciosa y se dispone a cuidarla gratis hasta que cumpla por lo menos 21 años.

Ser madre es considerar que es mucho más noble sonar narices y lavar pañales, que triunfar en una carrera o mantenerse delgada.

Es ejercer la vocación sin descanso, siempre con la cantaleta de que se laven los dientes, se acuesten temprano, saquen buenas notas, no fumen, tomen leche...

Es preocuparse de las vacunas, la limpieza de las orejas, los estudios, las palabrotas, los novios y las novias; sin ofenderse cuando la mandan a callar o le cierran la puerta en las narices, porque no están en nada...

Es llorar cuando ve a los niños contentos y apretar los dientes y sonreír cuando los ve sufriendo.

Es servir de niñera, maestra, chofer, cocinera, lavandera, médico, policía, confesor y mecánico, sin cobrar sueldo alguno.

Madre es alguien que nos quiere y nos cuida todos los días de su vida y que llora de emoción porque uno se acuerda de ella una vez al año: el Día de la Madre.

Es quedarse desvelada esperando que vuelva la hija de la fiesta y, cuando llega hacerse la dormida para no fastidiar.

Es temblar cuando el hijo aprende a manejar, anda en moto, se afeita, se enamora, presenta exámenes o le sacan las amígdalas.

Es entregar su amor y su tiempo sin esperar que se lo agradezcan. Es decir que "son cosas de la edad" cuando la mandan al carrizo.

El peor defecto que tienen las madres es que se mueren antes de que uno alcance a retribuirles parte de lo que han hecho. Lo dejan a uno desvalido, culpable e irremisiblemente huérfano.

Por suerte hay una sola Madre. Porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces.


Autor: Isabel Allende



Me encantan y comparto en especial dos de las definiciones:
- Madre es alguien que nos quiere y nos cuida todos los días de su vida...
- Por suerte hay una sola Madre. Porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces...

Inevitable pensar en esos adolescentes que agreden a sus padres, y después es fácil que agredan a sus parejas convirtiéndose en maltratadores cuando sean adultos. Los problemas suelen tenerse en el seno familiar... pongamos más atención y seamos autoritarios con más cariño, en la educación que reciben.

¿De Profesión?, Mamá (332)

29 marzo 2009

Hace unos meses atrás, cuando recogía a los niños del colegio, otra madre a la cual conocía bastante bien, se me acercó. Estaba histérica y muy indignada.

"Sabes lo que tú y yo somos"? me preguntó antes que yo pudiera darle una respuesta, que la verdad, no sabía cual era.

Parece que ella recién venía de renovar su licencia de conducir en la oficina de tránsito.

Cuando la oficial que tomaba los datos, le preguntó cual era su ocupación, ella no supo que responder.

Al percatarse de esto la oficial que tomaba los datos le dijo: "A lo que me refiero es a si trabaja usted o es simplemente una...?" "Claro que tengo un trabajo, le contestó, soy una mamá".

A lo que la oficial respondió, "No ponemos mamá como opción, vamos a ponerle ama de casa."

Fue la respuesta enfática de la oficial.

Había olvidado por completo esta historia hasta que un día a mi me pasó exactamente lo mismo, solo que esta vez, en la oficina del ayuntamiento.

La funcionaria era obviamente una mujer de carrera, eficiente, de mucha postura y tenía un título muy despampanante que decía "Interrogadora Oficial".

- "Cual es su ocupación?", me pregunto ella.

-¿Que me hizo contestarle esto?, no lo se, pero las palabras simplemente salieron de mi boca:

-"Soy una Investigadora Asociada en el campo del desarrollo Infantil y Relaciones Humanas."

La funcionaria se detuvo, el bolígrafo quedo congelado en el aire y me miró como si no hubiese escuchado bien.

Repetí el título lentamente, poniendo énfasis en las palabras más importantes.

Luego, observe asombrada como mi pomposo anuncio era escrito en tinta negra en el cuestionario oficial.

"Me permite preguntarle" -dijo la funcionaria, con un aire de interés- "que es exactamente lo que hace usted en este campo de investigación?".

Con una voz muy calmada y pausada me escuche contestarle: "Tengo un programa continuo de investigación (que madre no lo tiene) en el laboratorio y en el campo (normalmente me hubiera referido a lo anterior como adentro y afuera).

Estoy trabajando para mi maestría (la familia completa) y ya tengo cuatro créditos (todas mis hijas).

Por supuesto que el trabajo es uno de los que mayor demanda tiene en el campo de humanidades (¿alguna madre esta en desacuerdo?) y usualmente trabajo 14 horas diarias (en realidad son más, como 24).

Pero el trabajo tiene muchos más retos que cualquier trabajo sencillo y, las remuneraciones más que solamente económicas están ligadas al área de la satisfacción personal.

Se podía sentir una creciente nota de respeto en la voz de la funcionaria mientras completaba el formulario.

Una vez terminado el proceso, se levantó de la silla y personalmente me acompañó a la puerta.

Al llegar a casa, emocionada por mi nueva carrera profesional, salieron a recibirme tres de mis asociadas al laboratorio, de 13, 7 y 3 años de edad.

Arriba podía escuchar a nuestro nuevo modelo experimental, en el programa de desarrollo infantil (de 6 meses de edad), probando un nuevo programa de patrón en vocalización.

Me sentí triunfante!

Le había ganado a la burocracia!.

Había entrado en los registros oficiales como una persona más distinguida e indispensable para la humanidad que sólo "una madre más".

La maternidad..., que carrera más gloriosa, especialmente, cuando tiene un título en la puerta.


Autor: Celina Cortés



Ser Mamá no está considerado una profesión y curiosamente recopila un gran número de profesiones. Mencionemos algunas: aprendiz, adivinadora, doctora, enfermera, paciente, cantante, payaso, novelista, dramaturga, estilista, guionista, cronista, crítica, abogada, consejera, asesora, mediadora, defensora, cocinera, sirvienta, asistenta, ingeniera, técnica, arquitecta, diseñadora, dibujante, modista, artista, religiosa, espiritual, mística... todavía se podría seguir...

Además ellas son quienes nos dieron la oportunidad de ser alguien, nos dieron la vida.

La burocracia debería empezar por el hogar.

Antes De Ser Mamá... (221)

04 diciembre 2008

Yo comía mi comida caliente.

Mi ropa lucía planchada y limpia todo el día.

Podía sostener largas y tranquilas conversaciones telefónicas.

ANTES DE SER MAMÁ...

Me dormía tarde, tan tarde como quería y jamás me preocupaban las desveladas.

Cepillaba y cuidaba mi pelo, lucía uñas largas y hermosas. Mi casa estaba limpia y en orden, no tenía que brincar juguetes olvidados por todos lados.

ANTES DE SER MAMÁ...

No me apuraba si alguna de mis plantas era venenosa, ni pensaba en lo peligroso de las escaleras o las esquinas de mis muebles.

No dejaba mi tiempo en consultas mensuales con el doctor, ni consideraba siquiera la palabra VACUNA.

ANTES DE SER MAMÁ...

No tenía que limpiar comida del piso, ni lavar las huellas de pequeños deditos marcadas en los vidrios.

Tenía control absoluto de mi mente, mis pensamientos, mi cuerpo y mi aspecto físico...

Dormía toda la noche y los fines de semana eran totalmente relajados.

ANTES DE SER MAMÁ...

No me entristecían los gritos de los niños en la consulta médica, no tuve jamás que detener, con lágrimas en mis ojos, una piernita que sería inyectada.

ANTES DE SER MAMÁ...

Yo nunca sentí un nudo en la garganta al mirar a través de unos ojos llorosos y una carita sucia.

No conocía la felicidad total con sólo recibir una mirada.

No pasaba horas mirando la inocencia dormir en una cuna.

Nunca sostuve a un bebé dormido SOLO porque no quería alejarlo de mí

ANTES DE SER MAMÁ...

Nunca sentí que mi corazón se rompía en un millón de pedazos al no poder calmar el dolor de un niño.

Nunca supe que algo tan pequeño, podía afectar TANTO mi mundo.

Nunca supe que podía amar a alguien de ese modo, nunca supe que amaría como una MADRE.

ANTES DE SER MAMÁ...

Yo no conocía el sentimiento que provoca tener mi corazón fuera de mi cuerpo.

No sabía que tan especial me sentiría al alimentar a un bebé hambriento.

No sabía de esa cercanía inmensa entre una madre y su hijo.

No sabía que algo tan chico podría hacerme sentir tan importante.

ANTES DE SER MAMÁ...

No imaginaba tanta calidez, tanta dulzura, tanto amor.

No imaginaba lo grande y lo maravilloso que sería, no imaginaba la satisfacción de ser madre, no sabía que yo era capaz de sentir tanto...


Autor: Anónimo



Un homenaje a las Madres.

Tú que eres Madre y que no te imaginas una vida ya sin tu hijo ¿te reconoces cuando tu Madre te mira?

A Quien Llamamos Mamá (207)

20 noviembre 2008

Cuando viniste a este mundo, Ella te sostuvo en sus brazos. Tú se lo agradeciste gritando.

Cuando tenías un año, Ella te alimentaba y te bañaba. Tú se lo agradeciste llorando la noche entera.

Cuando tenías 2 años, Ella te enseñó a caminar.
Tú se lo agradeciste huyendo de Ella cuando te llamaba.

Cuando tenías 3 años, Ella te hacía todas las comidas con amor.
Tú se lo agradeciste tirando el plato al suelo.

Cuando tenías 4 años, Ella te dio unos lápices de colores.
Tú se lo agradeciste pintando todas las paredes del comedor.

Cuando tenías 5 años, Ella te vestía para las ocasiones especiales.
Tú se lo Agradeciste tirándote por el charco de barro más cercano.

Cuando tenías 6 años, Ella te llevaba a la escuela.
Tú se lo agradeciste gritándole: ¡No voy a ir!

Cuando tenías 7 años, Ella te regaló una pelota.
Tú se lo agradeciste arrojándola contra la ventana del vecino.

Cuando tenías 8 años, Ella te trajo un helado.
Tú se lo agradeciste derramándoselo sobre su falda.

Cuando tenías 9 años, Ella té pago unas clases de piano.
Tú se lo agradeciste nunca practicando.

Cuando tenías 10 años, Ella te llevaba con el auto a todas partes de Gimnasio al partido de fútbol, de fiestas de cumpleaños, a otras fiestas.
Tú se lo agradeciste cuando salías del coche y nunca mirabas atrás.

Cuando tenías 11 años, Ella te llevó a ti y a tus amigos a ver una película.
Tú se lo agradeciste diciéndole que se sentara en otra fila.

Cuando tenías 12 años, Ella te aconsejó que no miraras ciertos programas.
Tú se lo agradeciste esperando que ella se fuera de la habitación.

Cuando tenías 13 años, Ella te sugirió un corte de pelo que estaba de moda.
Tú se lo agradeciste diciéndole que Ella no tenía gusto.

Cuando tenías 14, Ella té pagó un mes de vacaciones en el campamento de verano.
Tú se lo agradeciste olvidándote de escribirle una carta.

Cuando tenías 15, Ella venía de trabajar y quería darte un abrazo.
Tú se lo agradeciste cerrando con llave la puerta de tu habitación.

Cuando tenías 16, Ella te enseñó cómo conducir su coche.
Tú se lo agradeciste usándoselo todas las veces que podías.

Cuando tenías 17 años, Ella esperaba una llamada importante.
Tú se lo agradeciste, hablando por teléfono toda la noche.

Cuando tenías 18, Ella lloró en la fiesta de tu graduación de la escuela.
Tú se lo agradeciste estando de fiestas hasta el amanecer.

Cuando tenías 19 años Ella té pagó la cuota de la universidad, te llevó en coche hasta el campus y cargó tus maletas.
Tú se lo agradeciste diciéndole adiós desde fuera del patio, así no te sentirías avergonzado ante tus amigos.

Cuando tenías 20, Ella te preguntó si estabas saliendo con alguien.
Tú se lo agradeciste diciéndole: "A Ti no te importa eso"

Cuando tenías 21, Ella te sugirió algunas carreras para tu futuro.
Tú se lo agradeciste diciéndole: "No quiero ser como Tú."

Cuando tenías 22, Ella te abrazó en la fiesta de graduación de la Universidad.
Tú se lo agradeciste diciéndole si te podía pagar un viaje a Europa.

Cuando tenías 23, Ella te dio algunos muebles para tu primer piso del alquiler.
Tú se lo agradeciste diciéndoles a tus amigos que los muebles eran feos.

Cuando tenías 24, Ella conoció a tu futura esposa y le preguntó sus planes para el futuro.
Tú se lo agradeciste con una mirada feroz y le gritaste "¡Cállate!".

Cuando tenías 27, Ella te ayudó a pagar los gastos de tu boda y llorando te dijo que te amaba muchísimo.
Tú se lo agradeciste mudándote por la mitad del país.

Cuando tenías 30, Ella te dio algunos consejos para cuidar al bebé.
Tú se lo agradeciste, diciéndole que las cosas son diferentes ahora.

Cuando tenías 40, Ella te llamó para recordarte el cumpleaños de tu Papá.
Tú se lo agradeciste diciéndole que estabas muy ocupado.

Cuando tenías 50, Ella se enfermó y necesitó que la cuidaras.
Tú se lo agradeciste leyendo sobre la carga que representan los padres hacia los hijos.

De repente, un día, Ella silenciosamente murió. Y todas las cosas que nunca hiciste cayeron como un trueno.

Tomémonos un momento para rendir honor, tributo y demostrar cuanto queremos a la persona que llamamos Mamá, aunque algunos no la pueden llamar así de ese modo abiertamente.

No hay sustituto para Ella. Alegra cada momento. Aunque a veces, Ella no parezca la mejor de las amigas, quizás no concuerde con tu forma de pensar, pero aún así es tú Madre.

Ella estará allí para ayudarte con tus dolores, tus penas, tus frustraciones.

Pregúntate:

Has separado tiempo para estar con Ella, para escuchar sus quejas sobre el trabajo en la cocina, su cansancio, sus cosas?

Sé prudente, generoso y muéstrale el debido respeto, aunque tú pienses diferente de Ella.

Una vez que se vaya de este mundo, solamente los recuerdos cariñosos del Ser Que Llamamos Mamá nos quedarán.


Autor: Anónimo



Como dijo Pedro Pantoja Santiago: "Madre hay solo una, no la ames en pasado o futuro, ámala en el presente"

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