La Rutina (282)

02 febrero 2009

Estoy cansado de trabajar y ver a la misma gente cuando camino a mi trabajo todos los días; de pasar horas eternas en mi oficina. Llego a casa y mi esposa sirvió lo mismo de la comida para cenar. Voy a entrar al baño, luego paso a mí recamara, quiero recostarme y ver la tele tranquilamente, pero mi hija no me deja, porque quiere jugar conmigo; no entiende que estoy cansado.

Mi padre también me molesta algunas veces y entre clientes, esposa, hija y padre, me vuelven loco. “Quiero paz”. Lo único bueno es el sueño, al cerrar los ojos siento un gran alivio de olvidarme de todo y de todos”.

- “Hola vengo por ti”.

- “¿Quién eres? ¿Cómo entraste?”

- “Me manda Dios por ti. Dice que escucho tus quejas y tienes razón es hora de descansar”.

- “Eso no es posible, para eso tendría que estar…”

- “Así es, lo estás. Ya no te preocuparás por ver a la misma gente, ni por aguantar a tu esposa con sus guisos, ni a tu pequeña hija que te molesta, ni escucharás los consejos de tu padre”.

- “Pero ¿Qué va a pasar con todo?, ¿Con mi trabajo?”

-”No te preocupes, en tu empresa ya contrataron otra persona que ocupa tu puesto; y por cierto, está feliz por que no tenía trabajo”.

- “¿Y mi esposa y mi bebé?”

-”A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere, respeta y admira por sus cualidades, el cual acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada. Además, se preocupa por tu hija y la quiere como si fuera de él, que por cierto tiene una emoción muy grande ya que él es estéril; por muy cansado que llegue del trabajo, dedica tiempo a jugar con ella y son muy felices”.

- “No, no puedo estar muerto… “

- “Lo siento la decisión fue tomada”.

- “Pero eso significa que jamás volveré a besar la mejilla de mi bebé, ni a decirle “te amo” a mi esposa, ni a darle un abrazo a mi padre. No, no quiero morir, quiero vivir, envejecer junto a mi mujer, no quiero morir aún…”

-”Pero es lo que querías. . . . Descansar. Ahora ya tienes tu descanso eterno; duerme para siempre”.

- “No, no quiero, ¡Por Favor, Dios…!”

- “Que te pasa amor? Tienes una pesadilla?”, dijo mi esposa, despertándome.

- “No. . . no fue una pesadilla, fue otra oportunidad.”


Autor: Anónimo



El creernos merecedores de una vida diaria distinta a la que llevamos, hacemos hincapié en la rutina que nos marcan los demás, injustamente. ¿Qué hacemos diariamente para que nuestra vida de hogar no se convierta en rutinaria?... la gran mayoría contestaría que nada. Así que no solo no se hace nada ameno y satisfactorio, sino que además estamos cansados del trabajo sin muchas ganas de dedicar unos minutos a los miembros de la familia.

Cambia esa rutina de desanimo en el hogar, cambiando de actitud. Piensa, inventa, mejora, haz, di... disfruta del hogar y la familia. ¿Recuerdas cuando no tenías tu propio hogar? Si no lo valoras tal vez lo pierdas o simplemente se convierta en la comodidad de un hogar pero con una familia rota.

Concédete la oportunidad de aplicar aquella ilusión con la que un día quisiste formar un hogar.

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