La Antorcha (811)

06 diciembre 2011

Cuando estaba en mis 20 años estaba en el pasillo de un hospital esperando a que los doctores pusieran unos puntos en la cabeza de mi hijo y pregunté: ¿Cuándo es que pararé de preocuparme??

La enfermera dijo: “Cuando salgan de la etapa de accidentes".

Mi mamá apenas sonrió y no dijo nada.

Cuando estaba en mis 30 años me senté en una pequeña silla en una clase y oí cómo uno de mis hijos hablaba incesantemente interrumpiendo la clase y moviéndose continuamente. Casi como que me hubiera leído la mente la maestra me dijo: "No se preocupe, todos ellos pasan por esta etapa y luego usted podrá sentarse tranquila, relajarse y disfrutarlos".

Mi mamá apenas sonrió y no dijo nada.

Cuando estaba en mis 40, me pasaba la vida esperando a que el teléfono sonara, a que los coches llegaran a casa, a que la puerta de la casa se abriera. Una amiga me dijo: "No te preocupes, en unos años vas a poder dejar de preocuparte. Ellos ya serán adultos."

Mi mamá apenas se sonrió y no dijo nada.

Ya cuando estaba en mis 50, estaba cansada y harta de ser vulnerable. Todavía me estaba preocupando por mis hijos, pero también ya se notaba una arruga nueva en mi frente aunque no podía hacer nada acerca de ello......

Mi mamá apenas sonrió y no dijo nada.

Yo continué angustiándome con sus fracasos, apenándome por sus tristezas y absorbida en sus decepciones. Mis amigos me decían que cuando mis hijos se casaran yo iba a poder dejar de preocuparme y llevar mi propia vida. Yo quería creerles pero me asaltaba el recuerdo de la cálida sonrisa de mi mamá y su ocasional: "Luces pálida hija, estás bien? ¿Estás deprimida por algo?”

¿Es que puede ser que los padres estemos sentenciados a una vida de preocupaciones?

¿Es que la preocupación por nuestros hijos se entrega como una antorcha de unos a otros para que arda el camino de las fragilidades humanas y el miedo a lo desconocido?

¿Es la preocupación una maldición o es una virtud que nos eleva a lo más alto de la vida humana?

Un día uno de mis hijos se irritó bastante conmigo. Me dijo: ¿Dónde estabas? Desde ayer que te estoy llamando y nadie me respondía !!! Estaba muy preocupado!!

Y yo sólo me sonreí y no dije nada…

La antorcha había sido entregada…

Autor: Anónimo

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