Era un discípulo que sobrevaloraba el pensamiento, la lógica y la mente racional, de modo tal que sólo confiaba en su razón y había llegado un momento en que toda la vida tenía que elaborarla intelectualmente. Siempre estaba reflexionando y trataba de reducirlo todo a conceptos y opiniones.
Un día acudió a su mentor espiritual y le preguntó: Maestro le he dado muchas vueltas a la cabeza, pero no me he podido responder a mí mismo.
Dime, ¿quién sostiene el mundo?
El maestro respondió terminantemente: Querido mío, ocho elefantes blancos.
Inquisitivo, el discípulo preguntó entonces:
Bueno, ¿y quien sostiene a esos ocho elefantes blancos?
El mentor contestó: Es bien simple, otros ocho elefantes blancos.
El ser humano queda atrapado en la tela de araña de sus propios pensamientos, abstracciones e interrogantes, que no pueden hallar respuesta intelectualmente.
La comprensión intelectual es necesaria, pero sólo cubre un trecho y debe conducir a la intuitiva.
El pensamiento ocupa necesariamente un lugar en nuestras vidas, pero hay funciones más preciosas y liberadoras que el pensamiento, como la atención pura y la percepción clara. Así, cuando haya que pensar, piensa, y hazlo bien; cuando no haya que pensar, percibe y vive.
Autor: Anónimo
Un día acudió a su mentor espiritual y le preguntó: Maestro le he dado muchas vueltas a la cabeza, pero no me he podido responder a mí mismo.
Dime, ¿quién sostiene el mundo?
El maestro respondió terminantemente: Querido mío, ocho elefantes blancos.
Inquisitivo, el discípulo preguntó entonces:
Bueno, ¿y quien sostiene a esos ocho elefantes blancos?
El mentor contestó: Es bien simple, otros ocho elefantes blancos.
El ser humano queda atrapado en la tela de araña de sus propios pensamientos, abstracciones e interrogantes, que no pueden hallar respuesta intelectualmente.
La comprensión intelectual es necesaria, pero sólo cubre un trecho y debe conducir a la intuitiva.
El pensamiento ocupa necesariamente un lugar en nuestras vidas, pero hay funciones más preciosas y liberadoras que el pensamiento, como la atención pura y la percepción clara. Así, cuando haya que pensar, piensa, y hazlo bien; cuando no haya que pensar, percibe y vive.
Autor: Anónimo
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