Papa Olvida (466)

10 agosto 2009

Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me encontraba de mal humor. Te regañé porque te estabas tardando demasiado en desayunar; te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso, te levanté de los cabellos y te empujé violentamente para que fueses a cambiarte de inmediato.

Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del coche llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo sólo te advertí que no hicieras travesuras.

Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puesto unos pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte, te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mí te indiqué que caminaras erguido. Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa. A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque tú no parabas de jugar. Dije que no soportaba más ese escándalo y subí a mi estudio.

Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia. Pero no pude. ¿Cómo podía un padre, después de hacer su teatro de indignación, mostrarse tan sumiso y arrepentido? Luego escuché unos golpecitos en la puerta.

"Adelante" - dije, adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Me volví con seriedad hacia ti. "Ya te vas a dormir? Vienes a despedirte?". No contestaste. Caminaste lentamente, con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente. Te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suave en la mejilla. Sentí que mi alma se quebrantaba. "Hasta mañana, papito" - me dijiste. Me quedé helado en mi silla.

¿Qué es lo que estaba haciendo? ¿Por qué me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueses igual a mí y ciertamente no eras igual. Tú tenías una calidad humana de la que yo carecía; eras legítimo, puro, bueno y sobre todo, sabías demostrar amor... ¿Porqué me costaba a mí tanto trabajo? ¿Por qué tenía el hábito de estar siempre enojado? ¿Qué es lo que me estaba ocurriendo? Yo también fui niño. ¿Cuándo fue que comencé a contaminarme? Después de un rato entré a tu habitación y encendí la luz con sigilo. Dormías profundamente. Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebé...

Me incliné para rozar con mis labios tus mejillas, respiré tu aroma limpio y dulce. No pude contener la congoja y cerré los ojos. Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste. Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio. Es tan difícil aprender a dominarse, a comprender la pureza de nuestros hijos.

Somos los adultos quienes los hacemos temerosos, rencorosos, violentos... Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación.


Autor: W Livingston Larned



El ser consciente de una mala actitud es el primer paso para enmendarla. Hay que corregir las equivocaciones para ser feliz y hacer feliz a los seres queridos.

2 comentarios:

Esther opinó:

Lamentablemente por la vorágine de la vida en la que estamos inmersos día a día perdemos la escencia de lo mas valioso y por lo cual se justifica nuestra existencia en este mundo: Nuestros hijos. Se nos olvida que nosotros tambien fuimos niños y tuvimos añoranzas, deseos, anhelos y deseamos tener un padre, una madre que nos abrazara, que nos felicitara por nuestros pequeños pero inmensos logros de nuestra edad. Nutrir el corazón de un niño es como cuando día a día regamos esa pequeña planta que tenemos en nuestro jardín y de donde llegado el momento brotan hermosas flores, bellos aromas y sobre todo el polen de la vida que se transporta con sus continuas sonrisas, sus gestos, sus gritos de emoción........no perdamos el enfoque y se nos olvide que son niños.....pero lo más importante que son el futuro de nuestro mundo....hijos criados con amor son padres llenos de amor en su mente, en su espiritu , en su corazón….

Anónimo opinó:

CADA MOMENTO DE NUESTRAS VIDAS, TENEMOS QUE ESTAR CONCIENTES DE COMO TRATAMOS A NUESTROS HIJOS, ELLOS SON PURO AMOR, SI COMETEN ERRORES CORREGIRLES CON SUAVIDAD, ESTAN EN ETAPA DE APRENDIZAJE.GRACIAS POR COLGAR ESTE ARTICULO, ES BELLISIMO!. QUE DIOS LO BENDIGA.

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