De Qué Morimos Todos (348)

14 abril 2009

Colocados frente a la ventana del mundo de hoy, podemos entender un poco más la profundidad y la visión del pensamiento de Castro Saavedra. Veámoslo en uno de sus escritos periodísticos.

"Morimos de vivir, de pensar, de escribir cartas amorosas y de dejar de hacerlo, de acariciar los perros y los gatos y de no acariciarlos, de fumar, de esperar, de amar calladamente o en forma bulliciosa, de comprar telas en los almacenes, de consumir domingos y lunes y cebollas, de peinarnos frente al espejo en las horas de la mañana, de soñar sueños que se desvanecen en cuestión de minutos o de horas".

"...Morimos de creer y no creer, de dormir sobre camas estrechas o espaciosas, de combatir con el insomnio, de ver amanecer con desaliento, de bailar, de llorar, de leer diarios y revistas, de saludar a los vecinos y además de que éstos nos saluden. Nos deterioran las ideas fijas, las preguntas que nos hacemos y que nunca podemos respondernos, los inviernos tenaces, los veranos tozudos, las... ovaciones, los remordimientos, los almanaques, los relojes, los amigos, los enemigos, las timideces, las preocupaciones, las victorias y las derrotas, los soldados que vuelven de la Guerra y los que no regresan y se quedan en las trincheras con una bala en la cabeza".

Castro escribe cómo si hubiese vivido intensamente esta convulsionada vida que hoy caracteriza los afanes de las urbes mundiales llenas de gente y cosas extrañas.

Leyéndolo recuerdo un poco "Cambalache" el tango famoso del consagrado compositor y poeta argentino Enrique Santos Discépolo que desde los años treinta dibujaba un poco el futuro de la humanidad: "que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis y en el 2000 también.

Sigamos de la mano de Castro Saavedra; "morimos de ser buenos, de ser malos, de fornicar, de cultivar manzanas, de perdonar a veces y de que a veces nos perdonen, de olfatear basureros y carroñas, de aspirar el perfume de la petunias y los lirios, de construir el ocio ociosamente, de convivir con los ayunos y con las abstinencias, de descubrir inmensos continentes que ya están descubiertos, de pescar truchas y mojarras, de sindicalizarnos y a la vez de no hacerlo, de comprar lotería, de vender zanahorias y guitarras, de familiarizarnos con los fusilamientos y los reinados de belleza".

Señores, qué banquete de prosa y de vivencias.

Terminemos con lo que afirma el Rector Pérez Gutiérrez de la Universidad de Antioquia: "Carlos Castro Saavedra hubiese querido crear una rosa que nunca se marchitara.

Su profunda poesía de lo cotidiano abrió una perspectiva sin límites a las cosas simples y pequeñas que mantienen vivos al mundo y a los hombres, y convoca permanentemente a un encuentro con la solidaridad, la paz y la esperanza".


Autor: Castro Saavedra



Nos morimos por vivir con intensidad y cuando vivimos con intensidad nos morimos pensando cuando acabará.

Olvidamos que lo que nos mantiene y nos da vida, son nuestras vivencias grandes y pequeñas diarias.



Esta página fue modificada por última vez el 24 abr 2014

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