Ciega Y Sorda (306)

26 febrero 2009

Les cuento algo que pasó hace tiempo, pues estábamos, mis hijas y yo caminando por la calle, cuando derepente ví a una anciana parada en la orilla de la acera, nos extendió la mano, y dijo algo, que ni siquiera escuche, por que andaba en mis cosas, problemas y demás.

Sin pensarlo, ni intentar comprender lo que me dijo, automáticamente, puse mi mano al bolsillo y le di unas monedas, y seguimos caminando a tomar nuestra movilidad. Al dar la vuelta a la avenida para ir hacía donde nos dirigíamos, pude darme cuenta que la viejita extendía la mano a una persona y esta la ayudaba a cruzar.

ERA ESO LO QUE ELLA ME DIJÓ, ¡QUE LA AYUDARA A CRUZAR!

Y yo ciega y sorda, no puse atención.

En ese instante, quería que retrocediera el tiempo y poder escuchar y ayudar a la anciana, y me preguntaba ¿Qué estarían sintiendo mis hijas?, ¿Cómo tomarían ellas la idea de ayudar a nuestros hermanos?, si yo que soy su madre, pues no les enseñó ese amor que debemos sentir hacía las personas, ¿Qué pensaría esa anciana?, que no pedía otra cosa más que AYUDA.

Saben, muchas veces andamos por la vida con esa actitud de no ver y no escuchar, solamente actuamos automáticamente a los hechos que nos parece entender, pero que lejos de la realidad, muchas veces hay personas que sólo necesitan un apoyo, una ayuda, sin considerar las cosas materiales, y que en ese momento pues no era necesario.

Fue como un coscorrón que me cayó y me hizo pensar, pensar un poco más en los sentimientos de las personas que me rodean, en la manera de tomar las cosas y pruebas que nos ponemos a cada paso que damos.

A mí nunca me gustaría experimentar eso, que pida ayuda y me den unas monedas, como si con dinero lo pudiéramos arreglar todo, ahora soy más sensible y demuestro eso a mis hijas, con las que camino siempre.

Quisiera ser un buen ejemplo para ellas ya que lo que sean ellas y los sentimientos que despierten, serán los sentimientos y enseñanzas que yo les he reflejado.

Y le pido también perdón a la anciana, por haber sido tan inhumana y no demostrarle unos momentos de atención.

¡Gracias por atender esto, solo quería compartirlo con ustedes, para que no caminen por la vida ciegos y sordos, así como en alguna oportunidad lo hacía yo!


Autor: Anónimo



Todos tenemos la necesidad moral de ayudar al prójimo.

Es nuestro dilema sin imposición, donde solo decide nuestro corazón y experiencia.

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