Hay que aceptarlos con esa condición, hay que criarlos con esa idea, hay que asumir esa realidad.
No es que se van… es que la vida se los lleva.
Ya no eres su centro.
Ya no eres propietario, eres consejero.
No diriges, aceptas.
No mandas, acompañas.
No proyectas, respetas.
Ya necesitan otro amor, otro nido y otras perspectivas.
Ya les crecieron las alas y quieren volar.
Ya les crecieron las raíces y maduraron por dentro.
Ya les pasaron las borrascas de la adolescencia y tomaron el timón.
Ya miraron de frente la vida y sintieron el llamado, para vivirla por su cuenta.
Ya saben que son capaces de las mayores aventuras, y de la más completa realización.
Ya buscaran un amor, que los respete, que quiera compartir, sin temores ni angustias las altas y las bajas en el camino, que les endulce el recorrido y los ayude en el fin que quieren conseguir.
Y si esa primera experiencia fue equivocada, tendrán la sabiduría y las fuerzas, para soltarla, así, otro amor les llegará para compartir sus vidas en armonía.
Ya no les caben las raíces en tu maceta, ni les basta tu abono para nutrirse, ni tu agua para saciarse, ni tu protección para vivir!
Quieren crecer en otra dimensión, desarrollar su personalidad, enfrentar el viento de la vida, al asombro del amor y al rendimiento de sus facultades.
Tienen un camino y quieren explorarlo. Lo importante es que sepan desandarlo.
Tienen alas y quieren abrirlas. Lo importante es que sean limpias, de un vuelo alto y de conciencia recta.
Tienen juventud y quieren vivirla. Lo importante es el corazón sensible, la libertad asumida y la pasión a flor de piel.
Que la rienda sea con responsabilidad, y la formación, llena de luz.
Tú quedas adentro:
En el cimiento de su edificio.
En la raíz de su árbol.
En la corteza de su estructura
El lo profundo de su corazón.
Tú quedas atrás:
En la estela luminosa que deja el barco al partir.
En el beso que les mandas.
En el pañuelo que los despide.
En la oración que los sigue.
¡En la lágrima que los acompaña!
Tú quedas siempre en su interior, aunque cambies de lugar.
Autor: Anónimo
Infundir valores y disfrutar en cada etapa de los hijos porque ellos partirán para perseguir sus logros y desafíos, déjalos ir.
Cambiará la costumbre, la relación, la dependencia como tú un día comenzaste tu propio proyecto personal.
Ellos siguen ahí, será el momento de crear una relación más abierta, menos metódica pero con el mismo respeto y amor mutuo.
No es que se van… es que la vida se los lleva.
Ya no eres su centro.
Ya no eres propietario, eres consejero.
No diriges, aceptas.
No mandas, acompañas.
No proyectas, respetas.
Ya necesitan otro amor, otro nido y otras perspectivas.
Ya les crecieron las alas y quieren volar.
Ya les crecieron las raíces y maduraron por dentro.
Ya les pasaron las borrascas de la adolescencia y tomaron el timón.
Ya miraron de frente la vida y sintieron el llamado, para vivirla por su cuenta.
Ya saben que son capaces de las mayores aventuras, y de la más completa realización.
Ya buscaran un amor, que los respete, que quiera compartir, sin temores ni angustias las altas y las bajas en el camino, que les endulce el recorrido y los ayude en el fin que quieren conseguir.
Y si esa primera experiencia fue equivocada, tendrán la sabiduría y las fuerzas, para soltarla, así, otro amor les llegará para compartir sus vidas en armonía.
Ya no les caben las raíces en tu maceta, ni les basta tu abono para nutrirse, ni tu agua para saciarse, ni tu protección para vivir!
Quieren crecer en otra dimensión, desarrollar su personalidad, enfrentar el viento de la vida, al asombro del amor y al rendimiento de sus facultades.
Tienen un camino y quieren explorarlo. Lo importante es que sepan desandarlo.
Tienen alas y quieren abrirlas. Lo importante es que sean limpias, de un vuelo alto y de conciencia recta.
Tienen juventud y quieren vivirla. Lo importante es el corazón sensible, la libertad asumida y la pasión a flor de piel.
Que la rienda sea con responsabilidad, y la formación, llena de luz.
Tú quedas adentro:
En el cimiento de su edificio.
En la raíz de su árbol.
En la corteza de su estructura
El lo profundo de su corazón.
Tú quedas atrás:
En la estela luminosa que deja el barco al partir.
En el beso que les mandas.
En el pañuelo que los despide.
En la oración que los sigue.
¡En la lágrima que los acompaña!
Tú quedas siempre en su interior, aunque cambies de lugar.
Autor: Anónimo
Infundir valores y disfrutar en cada etapa de los hijos porque ellos partirán para perseguir sus logros y desafíos, déjalos ir.
Cambiará la costumbre, la relación, la dependencia como tú un día comenzaste tu propio proyecto personal.
Ellos siguen ahí, será el momento de crear una relación más abierta, menos metódica pero con el mismo respeto y amor mutuo.
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