Alguna vez escuché decir a un profesor de biología que la diferencia entre el ser humano y las demás especies está en las manos. Que desde el momento en que el ser humano hizo uso de ellas para poder prensar, coger, sostener y en suma, generar trabajo, su cerebro ha ido desarrollando ideas que le han permitido evolucionar.
Y de esos tiempos remotos viene ese "cariño" tan especial que el ser humano ha ofrecido a sus manos. No sólo para que cumplan una labor de progreso tecnológico, sino para conseguir eso que los clérigos llamaron por pudor y pacatería: "los remedios de la concupiscencia".
Y así como en el campo gramatical se ha tratado siempre de evitar pronunciar esa "horrible y pecaminosa palabra", en el campo social se ha tratado de prohibir, censurar, evitar y castigar de los más diversos modos ese "espantoso pecado de la autopolución y generación espontánea del goce sexual" . Es decir, con el perdón de los moralistas, "correrse la paja".
Los mitos acerca de la masturbación son también de los más variados: que crecen pelos en la mano, que afecta el fósforo cerebral, que se queda uno ciego, que le salen cayos al pobre miembro, y el que me parece más disparatado aún: que las mujeres no se masturban o se masturban menos que el varón, cuando se sabe bien que es todo lo contrario.
Las mujeres, por el hecho mismo de reprimirse sexualmente por temor al rechazo social y por ende teniendo menos acceso a la libertad sexual, recurren más a este método que muchas (muchísimas) veces las lleva a un mayor goce sexual. Por eso las feministas italianas en sus marchas de protesta juntan las manos y gritan: "dito, dito, orgasmo garantito".
Lógicamente la masturbación está íntimamente ligada al complejo de culpa derivado del bombardeo cristiano de prédicas sobre como regir la vida intima de las personas. A nadie le agrada la idea de ir en contra de ese mandamiento que muy sugerentemente dice: "no consentirás pensamientos, ni deseos impuros" y mucho menos si en la Biblia leen cosas como: "no se dejen engañar pues en el reino de Dios no tendrán parte los que cometen inmoralidades sexuales, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio”. (1Corintios 6,9).
Incluso esta serie de prohibiciones ha llevado a la confusión semántica entre masturbación y onanismo, que en muchos casos se toman como si fueran sinónimos.
Si ustedes revisan nuevamente la Biblia en Génesis 38, 9-10, leerán: "Sabía Onán que los hijos no eran suyos, y cada vez que entraba a la mujer de su hermano derramaba en la tierra el semen para no dar hijos a su hermano. Desagradó Dios lo que hacía y le hizo morir".
Se darán cuenta claramente de que se trata del denominado coito interrumpido o lo que comúnmente se llama "darla afuera", "venirse afuera". Es aquí donde aparece la palabra onanismo para denominar esta acción que es diferente a la masturbación que tiene como requisito fundamental la soledad en la acción sexual.
Pero volviendo al punto del sentimiento de culpa originado por la prédica cristiana en la mentalidad de occidente, es evidente que sólo ha traído insatisfacciones, patologías innecesarias y vergüenzas injustificables en una acción tan natural y tan masiva como diría Beto Ortiz en un interesante artículo recientemente publicado en el diario Perú 21: "Que haga memoria y que diga de qué planeta vino el que no haya sido un ilustre jeropa contumaz a los trece. Que sino lo fuiste a esa edad no lo serás nunca y que triste tu vida".
Esta prohibición implícita ha hecho de la masturbación y sobre todo del masturbador un objeto de burla. Entonces aparecen términos para denominar la acción como "paja", "pajilla", "correrse", "manuela", "freno de mano", "manopla", "jalarse", "trabajo manual", "cometa", etc. Y apodos que causan hilaridad como "el optimista: porque todo lo ve paja" o "colchón de pueblo joven: porque esta hecho de paja".
La burla hacia esta acción también reside en un requisito social muy importante que es la obtención de pareja. El estereotipo nos indica que la soledad es un factor negativo y que la masturbación es propia de aquellos que están imposibilitados de conseguir una pareja que satisfaga su impulso sexual. Este es el patrón que se esconde detrás de las bromas y los chistes antes mencionados.
Una persona sola a determinada edad es "sospechosa" de ser un masturbador compulsivo y "proclive a enfermedades psicológicas", lógicamente todo esto no existe sino en el denominado "inconsciente colectivo" basado en creencias y suposiciones sin más sustento que el de la tradición y la herencia social.
Pero esto también es revelador de una profunda ignorancia en materia sexual.
El Dr. Marco Aurelio Denegri afirma constantemente con toda la autoridad que tiene que la disfunción sexual en la masturbación es casi inexistente en relación al coito heterosexual y homosexual.
La razón es muy simple, el acto masturbatorio al ser solitario sólo concentra toda la atención en generarse placer a uno mismo, mientras que en el coito heterosexual y homosexual siempre hay otra persona que ha de ser "juez y fiscal" de nuestra performance amatoria. Eso es lo que finalmente origina la disfunción y los problemas tan comunes en la vida sexual humana.
Y hace poco mencioné que uno de los mitos respecto al tema, era que la mujer no se masturbaba o se masturbaba menos.
Pues bien ante esta afirmación sin fundamento, hay que contraponer una gran verdad: la masturbación de la mujer es mucho más variada y diversa que la masturbación del varón.
Mientras que la "paja masculina" es básicamente genital, la autoprocuración del goce sexual de la mujer se puede extender a partes que no necesariamente están ligadas al clítoris.
Por supuesto que existe el orgasmo clitorídeo pero este puede extenderse a diversas partes del aparato genital y el estimulo que lo produce puede venir de zonas como los labios mayores y menores, del interior de la vagina o de zonas mucho más alejadas como las piernas, las nalgas, el cuello, los senos, las orejas y por supuesto la boca.
Hasta en eso la superioridad cualitativa y cuantitativa de la respuesta sexual de la mujer se hace evidente.
La ventaja del varón en este asunto es que lo ha tomado de una forma más graciosa y menos solemne que la mujer.
Por eso no es común ver entre mujeres hacerse las bromas y ponerse las "chapas" ya mencionadas. Alguna vez incluso escuche de esos raros torneos para saber quien podía eyacular más lejos (incluso se instauraban records) o de las formas curiosas de procurarse este goce usando papayas, sandías y demás cosas que han alimentado la imaginación masculina, sino recordemos esa famosa escena de la película American Pie.
El asunto es simple, liberarnos de ese lastre mental que viene de tiempo remotos y que lo instauraron de puro picones aquellos sujetos de alma y sotana negra y que no tienen ninguna autoridad para restringir la vida personal de la gente. Mientras tanto ya saben ustedes estimados lectores que la mano mece algo más que la cuna.
Autor: Anddy Landacay Hernández
La conducta masturbatoria está presente en ambos sexos, en todas las etapas de la vida y no es excluyente a tener relaciones sexuales satisfactorias.
El no masturbarse por creencias religiosas o porque la persona se encuentra sexualmente satisfecha también es normal.
Si es la única o la mayor fuente de satisfacción y de alivio de tensión, es que existe un retraimiento social.
Pero esa declaración histórica de intenciones por la doctrina católica de que todo acto sexual no destinado a la procreación es un castigo divino, continua entorpeciendo una mejor aceptación de la propia sexualidad y dificulta el desarrollo humano, por lo que evidentemente debería reformar su perspectiva y dejar de ser un lastre.
Esta página fue modificada por última vez el 14 sep 2013.
Y de esos tiempos remotos viene ese "cariño" tan especial que el ser humano ha ofrecido a sus manos. No sólo para que cumplan una labor de progreso tecnológico, sino para conseguir eso que los clérigos llamaron por pudor y pacatería: "los remedios de la concupiscencia".
Y así como en el campo gramatical se ha tratado siempre de evitar pronunciar esa "horrible y pecaminosa palabra", en el campo social se ha tratado de prohibir, censurar, evitar y castigar de los más diversos modos ese "espantoso pecado de la autopolución y generación espontánea del goce sexual" . Es decir, con el perdón de los moralistas, "correrse la paja".
Los mitos acerca de la masturbación son también de los más variados: que crecen pelos en la mano, que afecta el fósforo cerebral, que se queda uno ciego, que le salen cayos al pobre miembro, y el que me parece más disparatado aún: que las mujeres no se masturban o se masturban menos que el varón, cuando se sabe bien que es todo lo contrario.
Las mujeres, por el hecho mismo de reprimirse sexualmente por temor al rechazo social y por ende teniendo menos acceso a la libertad sexual, recurren más a este método que muchas (muchísimas) veces las lleva a un mayor goce sexual. Por eso las feministas italianas en sus marchas de protesta juntan las manos y gritan: "dito, dito, orgasmo garantito".
Lógicamente la masturbación está íntimamente ligada al complejo de culpa derivado del bombardeo cristiano de prédicas sobre como regir la vida intima de las personas. A nadie le agrada la idea de ir en contra de ese mandamiento que muy sugerentemente dice: "no consentirás pensamientos, ni deseos impuros" y mucho menos si en la Biblia leen cosas como: "no se dejen engañar pues en el reino de Dios no tendrán parte los que cometen inmoralidades sexuales, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio”. (1Corintios 6,9).
Incluso esta serie de prohibiciones ha llevado a la confusión semántica entre masturbación y onanismo, que en muchos casos se toman como si fueran sinónimos.
Si ustedes revisan nuevamente la Biblia en Génesis 38, 9-10, leerán: "Sabía Onán que los hijos no eran suyos, y cada vez que entraba a la mujer de su hermano derramaba en la tierra el semen para no dar hijos a su hermano. Desagradó Dios lo que hacía y le hizo morir".
Se darán cuenta claramente de que se trata del denominado coito interrumpido o lo que comúnmente se llama "darla afuera", "venirse afuera". Es aquí donde aparece la palabra onanismo para denominar esta acción que es diferente a la masturbación que tiene como requisito fundamental la soledad en la acción sexual.
Pero volviendo al punto del sentimiento de culpa originado por la prédica cristiana en la mentalidad de occidente, es evidente que sólo ha traído insatisfacciones, patologías innecesarias y vergüenzas injustificables en una acción tan natural y tan masiva como diría Beto Ortiz en un interesante artículo recientemente publicado en el diario Perú 21: "Que haga memoria y que diga de qué planeta vino el que no haya sido un ilustre jeropa contumaz a los trece. Que sino lo fuiste a esa edad no lo serás nunca y que triste tu vida".
Esta prohibición implícita ha hecho de la masturbación y sobre todo del masturbador un objeto de burla. Entonces aparecen términos para denominar la acción como "paja", "pajilla", "correrse", "manuela", "freno de mano", "manopla", "jalarse", "trabajo manual", "cometa", etc. Y apodos que causan hilaridad como "el optimista: porque todo lo ve paja" o "colchón de pueblo joven: porque esta hecho de paja".
La burla hacia esta acción también reside en un requisito social muy importante que es la obtención de pareja. El estereotipo nos indica que la soledad es un factor negativo y que la masturbación es propia de aquellos que están imposibilitados de conseguir una pareja que satisfaga su impulso sexual. Este es el patrón que se esconde detrás de las bromas y los chistes antes mencionados.
Una persona sola a determinada edad es "sospechosa" de ser un masturbador compulsivo y "proclive a enfermedades psicológicas", lógicamente todo esto no existe sino en el denominado "inconsciente colectivo" basado en creencias y suposiciones sin más sustento que el de la tradición y la herencia social.
Pero esto también es revelador de una profunda ignorancia en materia sexual.
El Dr. Marco Aurelio Denegri afirma constantemente con toda la autoridad que tiene que la disfunción sexual en la masturbación es casi inexistente en relación al coito heterosexual y homosexual.
La razón es muy simple, el acto masturbatorio al ser solitario sólo concentra toda la atención en generarse placer a uno mismo, mientras que en el coito heterosexual y homosexual siempre hay otra persona que ha de ser "juez y fiscal" de nuestra performance amatoria. Eso es lo que finalmente origina la disfunción y los problemas tan comunes en la vida sexual humana.
Y hace poco mencioné que uno de los mitos respecto al tema, era que la mujer no se masturbaba o se masturbaba menos.
Pues bien ante esta afirmación sin fundamento, hay que contraponer una gran verdad: la masturbación de la mujer es mucho más variada y diversa que la masturbación del varón.
Mientras que la "paja masculina" es básicamente genital, la autoprocuración del goce sexual de la mujer se puede extender a partes que no necesariamente están ligadas al clítoris.
Por supuesto que existe el orgasmo clitorídeo pero este puede extenderse a diversas partes del aparato genital y el estimulo que lo produce puede venir de zonas como los labios mayores y menores, del interior de la vagina o de zonas mucho más alejadas como las piernas, las nalgas, el cuello, los senos, las orejas y por supuesto la boca.
Hasta en eso la superioridad cualitativa y cuantitativa de la respuesta sexual de la mujer se hace evidente.
La ventaja del varón en este asunto es que lo ha tomado de una forma más graciosa y menos solemne que la mujer.
Por eso no es común ver entre mujeres hacerse las bromas y ponerse las "chapas" ya mencionadas. Alguna vez incluso escuche de esos raros torneos para saber quien podía eyacular más lejos (incluso se instauraban records) o de las formas curiosas de procurarse este goce usando papayas, sandías y demás cosas que han alimentado la imaginación masculina, sino recordemos esa famosa escena de la película American Pie.
El asunto es simple, liberarnos de ese lastre mental que viene de tiempo remotos y que lo instauraron de puro picones aquellos sujetos de alma y sotana negra y que no tienen ninguna autoridad para restringir la vida personal de la gente. Mientras tanto ya saben ustedes estimados lectores que la mano mece algo más que la cuna.
Autor: Anddy Landacay Hernández
La conducta masturbatoria está presente en ambos sexos, en todas las etapas de la vida y no es excluyente a tener relaciones sexuales satisfactorias.
El no masturbarse por creencias religiosas o porque la persona se encuentra sexualmente satisfecha también es normal.
Si es la única o la mayor fuente de satisfacción y de alivio de tensión, es que existe un retraimiento social.
Pero esa declaración histórica de intenciones por la doctrina católica de que todo acto sexual no destinado a la procreación es un castigo divino, continua entorpeciendo una mejor aceptación de la propia sexualidad y dificulta el desarrollo humano, por lo que evidentemente debería reformar su perspectiva y dejar de ser un lastre.
Esta página fue modificada por última vez el 14 sep 2013.
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